Acabo de empezar un curso sobre los Fundamentos sobre la Igualdad entre Hombres y Mujeres y lo primero que me han pedido es una presentación vía blog. Lo aclaro para que se entienda a qué viene ésta entrada sobre mí misma, que puede resultar desconcertante y un tanto narcisista, así sin venir a cuento. Pero sí que viene, así que procedo a contar.
Susana: periodista de nacimiento y funcionaria de la Seguridad Social por avatares de la vida bastante recientes.
Éste es mi perfil laboral básico, aunque para completar mi currículum tendría que añadir unos cuantos trabajos más con los que he ido aliñando mi vida dado que el periodismo local da para lo que da, y frecuentemente no da para nada: profesora, teleoperadora, administrativa/conserje, operaria de publicidad situacional (que suena a mucho pero consiste en colocar los carteles que adornan los supermercados para que compres cosas que no están tan bien como prometen)...
Cuando aprobé la oposición que estaba llamada a darme una vida laboral estable resultó que no fue así sino que solo era el comienzo de una travesía hacia un arco iris bajo el cual me espera una olla de oro que aún no veo pero en la que creo firmemente. Un arco iris que está en Málaga, por cierto.
Mi primer destino fue en el INSS de Ciudad Real. Allí me encontré con una gente fantástica, un trabajo más complicado de lo que esperaba pero asumible, y 370 km de distancia a mi pareja, hijos, animales y, lo más grave, padres dependientes. Resultado: una excedencia por cuidado de mayores que me ha permitido poder volver a Málaga y cuidar de mi gente a costa de comer piedras.
También me permitió aceptar la petición de mi sindicato para asumir el cargo de Secretaria de Mujer y con ello la oportunidad de entrar de lleno en la lucha feminista, que hasta el momento había ejercido de forma tangencial a la vez que forzosa, dado mi género. Así descubrí un modo de ejercer mi activismo lleno de malos ratos y satisfacciones a partes no iguales. Y es que la igualdad real es una aspiración en muchos planos, también en el reparto emocional.
Tras un año y medio de trabajo tuve que dejar el cargo para centrarme en estudiar la promo interna y rezar desde mi ateismo para lograr una plaza en mi ciudad. Porque el tiempo de la excedencia se acaba y, contrariamente a lo que parece opinar el legislador, las personas mayores dependientes no mejoran en 3 años. Más bien todo lo contrario. Ahora tengo la plaza en Córdoba, que es la mitad de trayecto, pero 160 kilómetros siguen siendo muchos kilómetros.
Concluyendo, que es gerundio y un alivio para quién esté leyendo, que éste curso me va a dar la oportunidad de volver a trabajar en una ámbito tan esencial y apasionante como la lucha por la igualdad real y efectiva, puede ayudarme a rascar algún punto en ese anhelado concurso que me devolverá a casa y sanará mi cuenta corriente, y me ha permitido recuperar éste blog que comencé en 2011 y acabé ese mismo año como si del blog de Luis I El Breve se tratara.
Un abrazo a todos y todas, y en especial a quienes hayan llegado a leer ésta línea final. ¡Gracias por ello!
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