lunes, 30 de septiembre de 2024

La Revuelta de las Faeneras

 


La Faeneras malagueñas de 1918

No tenemos ni idea de cuándo nació Concepción Mesa, ni de quién eran sus padres, ni cuándo murió. Pero sí sabemos cómo acabó aquel 9 de enero de 1918 subida a una silla, en mitad de la Alameda Principal de Málaga, en medio de unas 800 mujeres pendientes de sus palabras.  

Mesa anunciaba que ella, una mujer analfabeta y obrera de una almendrera, le había dado al señor gobernador un plazo de 48 horas para que atendiera a sus demandas. Y lo había hecho porque se sabía con la fuerza que le daban las otras 7 mujeres que la acompañaban:  Dolores Guerrero, Bernarda Martín, María Núñez, María Rodríguez, Antonia Jaime, María Pareja y Dolores Fernández. Y porque la respaldaban las 800 mujeres que la escuchaban y las que quedaban por acudir. Y sobre todo porque el hambre hace valientes.

Esta es la historia de las faeneras de Málaga, mujeres que no sabían leer ni escribir, que trabajaban 14 horas de lunes a domingo en las fábricas de los señores y malvivían en casas decrépitas e insalubres. Es lo historia de una Málaga en la que unos pocos se llenaban los bolsillos exportando las delicias de nuestra fértil tierra mientras la ciudadanía apenas podía comer.

El hambre no era solo cosa de mujeres, por supuesto, pero fueron ellas quienes aquel enero estallaron al ir a comprar el pan (lo más básico) y se lo encontraron a 60 céntimos el kilo. El sueldo de una modista era de una peseta y media. Un hombre que trabajara de herrero apenas cobraba 4 pesetas. Y no era el pan lo único prohibitivo. Las patatas, las almendras y limones que ellas mismas preparaban, ¡el pescado de nuestra bahía!... El murmullo inicial de las mujeres se fue convirtiendo en un pesado zumbido y finalmente en clamor. Unas cuantas comenzaron a gritar consignas: “¡Qué baje el pan! ¡Hay que hacer lo que no hacen los hombres!”.

Las mujeres avanzaban por las calles rumbo al Palacio de la Aduana, sede del Ayuntamiento y el Gobierno Civil. De las callejuelas surgían cada vez más faeneras indignadas y cuando llegaron al lugar escogieron a Concepción, que ya contaba 80 primaveras, como su portavoz. Y ni corta ni perezosa, Mesa se plantó ante las todopoderosas autoridades para exigirles que no exportaran ni un gramo más de comida hasta que los precios volvieran a ser razonables y la gente de Málaga pudiera alimentarse. Y que para ello tenían dos días, que dos días con hambre ya es mucho, y que si no lo arreglaban se atuvieran a las consecuencias.

Y eso es lo que estaba contando Concha, mano a mano con su amiga Dolores Fernández, encima de la silla aquel 9 de enero de 1918.

Evidentemente los señores políticos habían dado mil excusas y hecho un buen puñado de promesas que no pensaban cumplir. Bueno, el alcalde, Salvador González Anaya, sí que lo intentó. Pero tras un fulminante cese el lobby industrial volvió a contar con un alcalde dócil, que es lo que queda bonito y deja claro al pueblo llano cuál es su sitio y el de sus aliados.

Pero las faeneras no estaban dispuestas y el sábado 12 de enero difundieron un manifiesto llamando a la ciudadanía a solidarizarse con su lucha. Además convocaban a un mitin que Concepción y sus compañeras iban a dar al día siguiente y al que solo podrían entrar mujeres y tres representantes por cada una de las sociedades obreras. Ese domingo 2.000 personas abarrotaban el local y 6.000 más aguardaban en la calle. Allí decidieron seguir con las movilizaciones, así como permitir a los hombres que se unieran a ellas pero desde la retaguardia.
 
Los siguientes días las calles quedaron tomadas por las concentraciones. Grupos de mujeres paran en el puerto la exportación de un cargamento de patatas y las llevan al mercado para venderlas al precio de 1914, ganancia que luego entregan a la compañía propietaria.  También con un cargamento de pescado. La tensión crece y con ella la presencia de las fuerzas de seguridad e incluso el ejército. 



Ilustración de Manolito Rastamán para el libro de Raquel Zugasti
 
Era la mañana del 15 de enero. Tres marchas, desde cada extremo de la ciudad, recorrían las calles rumbo al Gobierno Civil. El Gobernador volvió a recibir a la delegación, pero ésta vez no hubo promesas; solo coacción, la exigencia del fin inmediato de todas las acciones. Sin contraprestación alguna. Y comenzaron las cargas, coordinadas y violentas, con el resultado de varias personas heridas y tres muertos ese día (2 mujeres y 1 hombre) y otro a consecuencia de las heridas un poco después. El saldo en el otro lado fue de tres guardias heridos por pedradas.
 
Las autoridades prohibieron la reunión de más de tres personas en la calle y pensaron zanjado el asunto. Aun así, más de 12.000 personas se congregaron ante el Hospital Militar en el que los féretros esperaban para ser llevados al cementerio. No pudieron hacerlo hasta muy entrada la madrugada y previa comprobación de que todo el mundo se había ido a casa, porque la cosa pintaba mal.
 
A estas alturas de la historia los medios de comunicación nacionales ya se habían hecho eco de lo que pasaba en Málaga, porque el hambre era un asunto nacional pero en ningún sitio las mujeres habían salido tan respondonas. O eso pensaban ellos. Por supuesto, los titulares son de un paternalismo que duele reproducir y no faltó quién atribuyó el mérito a los hombres que supuestamente manejaban a las faeneras en las sombras.
 
En cualquier caso, las movilizaciones no solo siguieron sino que se extendieron a más ciudades por todo el país. Un mes después, las autoridades implantaron una tasa para regular el precio de los alimentos de primera necesidad. Las mujeres volvieron al trabajo pero dejando escrita una de las mejores páginas de la historia feminista y obrera de Málaga. Aún hoy hay nietas de aquellas mujeres que recuerdan a sus abuelas emocionadas al contar la Revuelta de las Faeneras.



Fuentes y recomendaciones para quién quiera saber más:


https://ondacolor.org/larevueltadelasfaeneras/ Radio teatro realizado por la emisora Onda Color Málaga

* "Mujeres en lucha. La revuelta de las faeneras. Málaga, 1918". Raquel Zugasti Villar. Ediciones del Genal ISBN- 9788418896729

https://www.publico.es/politica/mujeres-cien-anos-revolucion-faeneras-malaga.html Artículo publicado por el diario Público con motivo del centenario de la revuelta.

Artículo publicado por El Salto con motivo del centenario de la revuelta.


 

 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

"¡Sé correr sin que me cojas de la mano!"

 

Star Wars VII. Disney 2015

Así de clara era Rey cuando su compañero Finn intentaba protegerla en plena huida de un grupo de soldados imperiales con mala puntería (como siempre). Tampoco él estuvo muy fino en su afán sobreprotector, pero al menos ésta vez la película nos deja claro que Rey corre como una chica, así que no le necesita.

La representación de la mujer en el audiovisual ha evolucionado mucho, qué duda cabe, pero aún nos quedan algunos lustros para igualar las cosas (como siempre). Y parte de eso tiene que ver con la brecha de género en el cine. Y digo el cine como podría decir otro millón de espacios, profesiones y situaciones. Pero con algún ámbito me tenía que quedar y éste me parece muy importante.

Y es que la narrativa audiovisual no es simplemente el resultado de un montón de rojos subvencionado haciendo cosas de rojos. No es solo una forma trivial de pasar el rato mientras miras otra cosa en el móvil. No es eso con lo que rellenar tiempo en pantalla entre anuncio y anuncio. No solo.

La narrativa audiovisual es una forma de enviar mensajes, crear imaginarios, sembrar inquietudes... Y aunque es un trabajo de equipo, hay quien interviene más y quién menos en decidir qué y cómo se cuenta. Quienes más pesan en esa decisión son las personas que ocupan los puestos de dirección, guion, y producción ejecutiva (los que buscan y manejan la pasta). Y resulta, ¡oh casualidades de la vida! que son los puestos en los que hay menos mujeres, según se explica muy bien en éste artículo publicado en junio de 2024.

Como en todas partes, esto supone que las mujeres cineastas ganan menos, sufren más para llegar al mismo sitio que sus compañeros, son cosificadas y a menudo también encasilladas en tareas y/o roles “más femeninos”. Pero además, en el audiovisual, la ausencia de mujeres acarrea la ausencia de la mirada, de la perspectiva de género que surge desde la propia experiencia; supone menos oportunidades de visibilizar esa realidad y esas emociones que las mujeres vivimos en nuestras carnes, lo queramos o no.

Así, es más probable que Iciar Bollain e Isa Campo sientan la sororiedad necesaria para hablar de Nevenka Fernández con la justicia que merece. El verano del 93 que nos cuenta Carla Simón, drama aparte, tiene guiños y matices que pueden resultarnos muy cercanos. Aunque una mujer cineasta también nos pueden poner los pelos de punta como lo hace el psicópata americano de Mary Harron. Pueden contar lo que sea, aunque aún mucha gente no se lo crea. Nosotras mismas para empezar.

Por eso, las niñas deben ver mujeres dirigiendo y no solo ligándose al prota. Mujeres que son proactivas y no solo receptivas, mujeres que deciden qué quieren contar y cómo hacerlo, mujeres en todo tipo de roles, con todo tipo de cuerpos. Y eso aún no está pasando, no con la frecuencia y repercusión que debería. No hay más que ver que Netflix y Amazon son las plataformas con menor producción femenina, siendo las más vistas por el gran público.

La presencia de mujeres en puestos relevantes en la industria del audiovisual no es solo una cuestión de justicia laboral; es una necesidad que facilita la visibilidad de nuestra perspectiva, la presencia de menos estereotipos y más verdad, es una forma de equilibrar una industria que perpetúa el androcentrismo en el imaginario colectivo. Las mujeres en el cine son imprescindibles para mostrar la realidad de las mujeres en el mundo y, sobre todo, para construirla.


Alice Guy, la primera cineasta de la historia.


martes, 24 de septiembre de 2024

Ésta soy yo y éstas son mis circunstancias

Acabo de empezar un curso sobre los Fundamentos sobre la Igualdad entre Hombres y Mujeres y lo primero que me han pedido es una presentación vía blog. Lo aclaro para que se entienda a qué viene ésta entrada sobre mí misma, que puede resultar desconcertante y un tanto narcisista, así sin venir a cuento. Pero sí que viene, así que procedo a contar. 


Susana: periodista de nacimiento y funcionaria de la Seguridad Social por avatares de la vida bastante recientes. 

Éste es mi perfil laboral básico, aunque para completar mi currículum tendría que añadir unos cuantos trabajos más con los que he ido aliñando mi vida dado que el periodismo local da para lo que da, y frecuentemente no da para nada: profesora, teleoperadora, administrativa/conserje, operaria de publicidad situacional (que suena a mucho pero consiste en colocar los carteles que adornan los supermercados para que compres cosas que no están tan bien como prometen)... 

Cuando aprobé la oposición que estaba llamada a darme una vida laboral estable resultó que no fue así sino que solo era el comienzo de una travesía hacia un arco iris bajo el cual me espera una olla de oro que aún no veo pero en la que creo firmemente. Un arco iris que está en Málaga, por cierto. 

Mi primer destino fue en el INSS de Ciudad Real. Allí me encontré con una gente fantástica, un trabajo más complicado de lo que esperaba pero asumible, y 370 km de distancia a mi pareja, hijos, animales y, lo más grave, padres dependientes. Resultado: una excedencia por cuidado de mayores que me ha permitido poder volver a Málaga y cuidar de mi gente a costa de comer piedras. 

También me permitió aceptar la petición de mi sindicato para asumir el cargo de Secretaria de Mujer y con ello la oportunidad de entrar de lleno en la lucha feminista, que hasta el momento había ejercido de forma tangencial a la vez que forzosa, dado mi género. Así descubrí un modo de ejercer mi activismo lleno de malos ratos y satisfacciones a partes no iguales. Y es que la igualdad real es una aspiración en muchos planos, también en el reparto emocional. 

Tras un año y medio de trabajo tuve que dejar el cargo para centrarme en estudiar la promo interna y rezar desde mi ateismo para lograr una plaza en mi ciudad. Porque el tiempo de la excedencia se acaba y, contrariamente a lo que parece opinar el legislador, las personas mayores dependientes no mejoran en 3 años. Más bien todo lo contrario. Ahora tengo la plaza en Córdoba, que es la mitad de trayecto, pero 160 kilómetros siguen siendo muchos kilómetros.

Concluyendo, que es gerundio y un alivio para quién esté leyendo, que éste curso me va a dar la oportunidad de volver a trabajar en una ámbito tan esencial y apasionante como la lucha por la igualdad real y efectiva, puede ayudarme a rascar algún punto en ese anhelado concurso que me devolverá a casa y sanará mi cuenta corriente, y me ha permitido recuperar éste blog que comencé en 2011 y acabé ese mismo año como si del blog de Luis I El Breve se tratara. 

Un abrazo a todos y todas, y en especial a quienes hayan llegado a leer ésta línea final. ¡Gracias por ello!