miércoles, 25 de septiembre de 2024

"¡Sé correr sin que me cojas de la mano!"

 

Star Wars VII. Disney 2015

Así de clara era Rey cuando su compañero Finn intentaba protegerla en plena huida de un grupo de soldados imperiales con mala puntería (como siempre). Tampoco él estuvo muy fino en su afán sobreprotector, pero al menos ésta vez la película nos deja claro que Rey corre como una chica, así que no le necesita.

La representación de la mujer en el audiovisual ha evolucionado mucho, qué duda cabe, pero aún nos quedan algunos lustros para igualar las cosas (como siempre). Y parte de eso tiene que ver con la brecha de género en el cine. Y digo el cine como podría decir otro millón de espacios, profesiones y situaciones. Pero con algún ámbito me tenía que quedar y éste me parece muy importante.

Y es que la narrativa audiovisual no es simplemente el resultado de un montón de rojos subvencionado haciendo cosas de rojos. No es solo una forma trivial de pasar el rato mientras miras otra cosa en el móvil. No es eso con lo que rellenar tiempo en pantalla entre anuncio y anuncio. No solo.

La narrativa audiovisual es una forma de enviar mensajes, crear imaginarios, sembrar inquietudes... Y aunque es un trabajo de equipo, hay quien interviene más y quién menos en decidir qué y cómo se cuenta. Quienes más pesan en esa decisión son las personas que ocupan los puestos de dirección, guion, y producción ejecutiva (los que buscan y manejan la pasta). Y resulta, ¡oh casualidades de la vida! que son los puestos en los que hay menos mujeres, según se explica muy bien en éste artículo publicado en junio de 2024.

Como en todas partes, esto supone que las mujeres cineastas ganan menos, sufren más para llegar al mismo sitio que sus compañeros, son cosificadas y a menudo también encasilladas en tareas y/o roles “más femeninos”. Pero además, en el audiovisual, la ausencia de mujeres acarrea la ausencia de la mirada, de la perspectiva de género que surge desde la propia experiencia; supone menos oportunidades de visibilizar esa realidad y esas emociones que las mujeres vivimos en nuestras carnes, lo queramos o no.

Así, es más probable que Iciar Bollain e Isa Campo sientan la sororiedad necesaria para hablar de Nevenka Fernández con la justicia que merece. El verano del 93 que nos cuenta Carla Simón, drama aparte, tiene guiños y matices que pueden resultarnos muy cercanos. Aunque una mujer cineasta también nos pueden poner los pelos de punta como lo hace el psicópata americano de Mary Harron. Pueden contar lo que sea, aunque aún mucha gente no se lo crea. Nosotras mismas para empezar.

Por eso, las niñas deben ver mujeres dirigiendo y no solo ligándose al prota. Mujeres que son proactivas y no solo receptivas, mujeres que deciden qué quieren contar y cómo hacerlo, mujeres en todo tipo de roles, con todo tipo de cuerpos. Y eso aún no está pasando, no con la frecuencia y repercusión que debería. No hay más que ver que Netflix y Amazon son las plataformas con menor producción femenina, siendo las más vistas por el gran público.

La presencia de mujeres en puestos relevantes en la industria del audiovisual no es solo una cuestión de justicia laboral; es una necesidad que facilita la visibilidad de nuestra perspectiva, la presencia de menos estereotipos y más verdad, es una forma de equilibrar una industria que perpetúa el androcentrismo en el imaginario colectivo. Las mujeres en el cine son imprescindibles para mostrar la realidad de las mujeres en el mundo y, sobre todo, para construirla.


Alice Guy, la primera cineasta de la historia.


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